Los que trabajan por la unidad son buenos, sabios, bellos y verdaderos. Los que trabajan por la división y el separatismo son malos, ignorantes, feos y mentirosos.
Los primeros se parecen a Dios y los segundos al diablo (el que divide).
Siempre, todos los españoles hemos entendido que los vascos forman parte de España, incluidos los 250.000 autoexiliados y muchos otros, silenciados y atemorizados por el terror de los violentos independentistas.
Si patria viene de padre y el Padre causa la patria; la verdadera patria de los vascos y de los españoles es España.
Santos vascos como Ignacio de Loyola, San Valentín de Biorrochoa, santa Josefa Sancho, etc., trabajaron por la unidad entre todos y con Dios.
Los independentistas, negando a Dios, originan la división entre ellos mismos, con el resto de los españoles y Dios.
Cristo, pese a quienes lo niegan o les molesta, es factor básico de la unidad en nuestra cultura europea. El cristianismo nos enseñó el respeto, la empatía y el amor a Dios y al hombre.
Muy al contrario, el separatismo, procede y es causante de la indiferencia, la exclusión y hasta del odio al hombre y a Dios.
Por eso los nihilistas pretenden quitar a Dios y al hombre, el derecho a permanecer unidos en el respeto y el amor.
Todos los activistas y simpatizantes del terrorismo, antisistema y perturbadores de la paz social son anti-Cristo. Por todos debemos orar, constantemente, pidiendo su arrepentimiento y conversión, pues para Dios nada hay imposible.
¡Cuánto sufrimiento habéis ocasionado a tantos compatriotas vuestros españoles asesinando, secuestrando y robando…
Creo que El Señor, a quien el pueblo vasco amó tanto, y, todos los que hemos sufrido por vosotros, os perdonaríamos si sinceramente pidiérais perdón a Dios y a las víctimas.